Siento el malestar de muchas personas. Lo expresan en comentarios de desánimo y apatía. Lo que sucede alrededor es ciertamente grave. Desde hace un tiempo recuerdo a menudo las novelas de guerras y conflictos de épocas pasadas. Cuando una las leía le daba la sensación de que tenía que haber un prolongado periodo de desestabilidad para que tales desbarajustes volvieran a instaurarse, a pesar de que tantas veces los autores insistían en que el cambio desde la tranquila cotidianidad al desastre había sucedido de un día para otro. También tengo que añadir que aún en tiempos de bonanza, la idea de que podían pasar cosas tremendas nunca me ha abandonado. Y no creo que sea por masoquismo. Desde niña era consciente de lo pasajero que era todo.
Ya es dificilísmo no sospechar que hay algunos a quienes interesa acabar con nuestra alegría y esperanza, por eso, con todos sus poderosos medios hacen todo lo posible por comernos la moral. Por eso es cada día más importante buscar un buen anclaje porque, como estamos viendo, lo que nos habían contado que era resulta que no era.
Para buscar un asidero sólido basta cualquier concepto o idea al que otorguemos mucho poder y, a mi me sirve también mucha bondad y justicia. Y nos pongamos a conocerlo y a intimar con Ello. La Vida vale. La Fuente, El Universo, Las Fuerzas Cósmicas... Y si uno quiere también le puede llamar Dios. Y lo pongo todo en mayúsculas porque yo tuve que aclararme bien de qué era a lo que me dirigía cuando hablaba con Ello. Después, poco a poco tuve que ir deshaciéndome de un montón de prejuicios con los que había contaminado mis comunicaciones anteriores con Seres superiores del estilo.
Estamos en una guerra. Y más nos vale ponernos las pilas y hacer lo que esté en nuestra mano para enfocarnos en la paz: ten cuidado con lo que introduces en tu cerebro y a qué y a quién le das tu poder.
Ya lo decía Bob Dylan...: "Tendrás que servir a alguien. Puede que al demonio, puede que al Señor. Pero tendrás que servir a alguien"...