25 Feb
25Feb

A veces nos da por machacarnos. Y nos convencemos de no estar haciendo lo suficiente o al ritmo que creemos conveniente. Nada de cuanto hacemos nos complace. Y damos vueltas y vueltas a lo que ha pasado ya y no podemos cambiar. Y nos inquieta lo que aún no ha llegado. Esa es la mejor manera de volverse un casacarrabias, y de ahuyentar a los demás.

A mí me ayudó comprender que es a mi parte menos luminosa a la que le encanta llevarme por el camino de la amargura. Que no tiene ningún mérito torturarse. (Yo creía que sí). Que es una manera estupenda de desperdiciar la energía.

Lo contrario es ponerse de parte de uno. Apreciar los esfuerzos que hace. Y abrazarse a la humildad para poder discernir qué es lo que es verdad y que se está inventando uno. Quitarse importancia e intentar fluir con la vida.

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