18 Dec
18Dec

Hay ocasiones en las que uno tiene que investigar en sus adentros, apartarse de muchas de las actividades humanas y concentrarse en su propio desarrollo. Por lo que se ve, ello forma parte de la evolución. Y, visto lo visto, a algunos les toca en esta vida y otros, por ahora, pueden seguir escaqueándose. Y esos a los que no les queda más remedio que alejarse del mundanal ruido se lo pueden tomar como un castigo o una inmensa oportunidad. Yo me fui convenciendo de esto último poco a poco. Al principio me sentía como el Teo de Amarcord gritando desesperado por compañía. Pero la serenidad se fue imponiendo. Y los atisbos de conexión haciendo más sólidos. Y pude empezar a disfrutar de la soledad. Me puse completamente de mi parte; fui apreciándome en mis logros y errores: acepté mi sombra; abracé el perdón a mi misma: me cambió la vida. 

Y a partir de ahí, muy poco a poco, como un escenario que se enciende y vuelve a cobrar vida, han ido apareciendo personajes distintos, trayendo al presente escenas pasadas y representándolas otra vez de forma sorprendentemente poética. Al tiempo que algo en mi interior anuncia sigilosamente que el tiempo de silencio quizás acabe pronto.

Lo más apabullante es comprobar cómo la vida lo hace todo sola: proporciona las experiencias cuando quiere, ritma los progresos con su plan secreto y ofrece algún entendimiento a quien se confiesa incapaz de comprender nada. 




Comments
* The email will not be published on the website.