10 Feb
10Feb

Recientemente creo que he comprendido una nueva lección como consecuencia de una situación que yo consideré injusta desde que supe de ella. Hice todo lo que estaba en mi mano por cambiarla. Y lo logré. Concernía a otra persona cuyos derechos no habían sido reconocidos y yo me empeñé que así fuese yendo, incluso, en contra de mis propios intereses. 

Pero cuando empecé a tratar más profundamente con esta persona pronto percibí que no solo no mostraba ningún agradecimiento por su nueva posición sino que empezó a hacerme a mí - su supuesta abogada justiciera - la vida mucho más difícil, dando por supuesto que tenía que seguir apechugando con ella indefinidamente.

Hace unos días comprendí que esa persona estaba exactamente en el lugar que le correspondía para superar la prueba de hacerse responsable de sus propios asuntos y que yo no había hecho más que darle más aire a su balón de desidia: que, en realidad, le había hecho una faena. Y que, de paso, también me había perjudicado a mí misma.

Lo bueno es que, como ya he aprendido a poner límites y sé que el Universo desenreda la vida de una, a nada que una se lo pida, todo esto se resolverá estupendamente. Y que lo aprendido redundará en el bien común...

Así que la próxima vez que me dé por hacer de Quijota, me plantearé antes si eso que creo tan injusto ha de ser modificado o si ha de dejarse estar tranquilamente...

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