17 Nov
17Nov

Igual que uno puede recrear paisajes oscuros y ponérselo fácilísimo a su esperanza para que se derrumbe, también puede utilizar su cabeza como estudio de escenarios magníficos y superlativos. E invitarle a subir la apuesta: e intentar hacerlos cada vez más preciosos y brillantes. Y luego mantenerlos vivos y hacer como si uno viviese en ellos el mayor tiempo posible. Curiosamente, contrariamente a lo que continuamente nos invita nuestro ego, a nuestra conciencia le encanta expanderse, encaramarse a los abismos y dibujar puentes. Y andar sobre ellos. Destrozar las dificultades a base de no hacerles ni caso.

Puede ser divertido imaginar lo bien que lo debieron de pasar los jardineros que eligieron los colores y su orden de los campos de flores de la foto adjunta.

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