En tiempos de tanta incertidumbre los humanos tendemos a buscar signos que nos dirijan, claves con las que descifrar el sentido más o menos inmediato de nuestras vidas. Es curioso aprender las pistas que siguieron nuestros antepasados: algunas atendiendo a la superstición y otras a conocimientos que parecen haberse extraviado en el misterio.
Para mentes calenturientas como la mía el ejercicio es habitual aún en periodos tranquilos, así que cuando el barco empieza a moverse la cabeza tiende a dispararse y a buscar, atolondradamente, soluciones escondidas en cualquier mensaje. Y todo ello a pesar de meditar diligentemente y de saber por experiencia que si uno se mantiene bien conectado a su Fuente las instrucciones llegarán en el momento en el que las pueda aplicar, no antes. Que lo más indicado es mantener la paz interior e impedir que su ego se ponga a pegar tiros ante cualquier susto.
Todo llegará. En eso estamos...